Hoy es un doble aniversario bloguero para mí. Publiqué mi primer entrada de blog hace exactamente 12 años y cambió mi vida. Hace 3 años estrené este sitio.
Lo que empezó como un juego creativo se convirtió en una comunidad de gente genial con talento y onda y eventualmente en mi propio emprendimiento. El día que publiqué aquella primera entrada sin foto siquiera, ni me imaginaba a dónde iría con esta forma de comunicación.
Aquello fue en la época en que el bloguear no se había convertido en un estilo de vida. No se trataba de branding, se trataba de lazos. Se trataba de expresarte y al hacerlo descubrías que en el mundo había otras mujeres como vos. Que les gustaba pintar, cortar, pegar, coser, hacer tortas, bordados, muñecos al crochet o lo que fuera que te gustaba en ese momento. Se trataba de compartir tus historias, tanto las gloriosas como las desastrosas. Mostrabas lo tuyo. Lo que salía bien y lo que salía horrendo.
Bloguear te ayudaba a recordar quién eras. A sentirte viva.
En aquellos días te volaba la cabeza pensar que tal vez pudieras ganar algo a través de tu blog. Tal vez conseguir auspiciantes para mantener el hosting. Tal vez crear un curso que tu comunidad encontrara útil e inspirador. Te brillaban los ojos al pensar que tal vez hasta te pudieras ganar la vida con tu blog.
Luego el mundo de los blogs se volvió trendy y profesional. Ya no era gente común hablando de sus vidas creativas. Se trataba de estrellas de rock, autores de renombre y gurúes del marketing. Los blogueros hablaban de SEO y asegurarse de que los títulos fueran ricos en palabras clave. Había que identificar a la audiencia y desarrollar tu marca. Sumale encontrar tu voz y usarla de forma consistente posteando contenido de valor. Obvio que la fotografía era fundamental y tus textos debían ser atractivos. Video en HD y arte valioso. Todo esto sin olvidar las redes sociales para difundir el contenido creado.
En un punto empecé a dejarme a mí misma fuera del blog. ¡Justo alguien que tiene su nombre en el título de su sitio web!
A medida que empecé a trabajar con clientas, empecé a creer en ciertos parámetros para mi página de Facebook donde difundo el blog
- Nadie quiere saber qué hice de comer. Salvo que sea una serie al respecto y tenga fotos dignas de Pinterest
- Nadie quiere ver mi barrio, mis flores, los post its nuevos que compré por más formitas de dinosaurios que tengan
- Nadie quiere ver las tarjetas artesanales que hice, salvo que enseñe las técnicas que usé.
- Sólo cosas «útiles»
- Sólo cosas «hermosas»
- Sólo cosas «relevantes»
- Sólo cosas «estratégicas»
- Sólo cosas coherentes con la imagen de marca
Lo que empezó como un foco intencional y cuidado sobre lo útil, relevante e inspirador terminó por ser un marco restrictivo. Como que ya no había lugar para mi vida en mi blog. Por supuesto que quero que mi blog sea bien escrito, lindo y relevante pero también quiero ser una persona.
Una persona con un blog una página de Facebook y una cuenta de Instagram.
Sigue todo lo que sabés que hago: agendas de ferias artesanales y showrooms de diseño, reseñas de ferias (y pronto talleres y locales), tutoriales de redes, talleres de ferias, negocios y redes.
Y ahora llega todo lo demás. Desde las plantas de los vecinos hasta el resultado de la tarta (quemada) de zanahoria. Un espacio para reflejar el ancho y la profundidad de mi experiencia creativa propia. Lo épico, lo lindo, lo tonto, lo práctico y lo levemente fuera de foco. Mis herramientas y recursos para que vos también los uses.
Vuelvo a las raíces. Por ahí es demasiado para vos porque tiendo a la hiperactividad y sobreabundancia de información y entusiasmo. Y si no te va, no te va. Te quedás con lo artesanal de Soy Pau y listo.
Tal vez veas que hay lugar para vos y tus aventuras en el mundo digital. Que podés sentirte abundante creativamente y feliz con lo que sos / hacés / tenés.
Y juntas podemos recordar que podemos soñar y ser reales al mismo tiempo.
De eso se trata la vida.
Seguime hoy en https://www.instagram.com/paulabuenosaires/ donde la aventura comienza.