Tengo una edad tal que de chica no tuve una Barbie. No había acá. Una sola nena de mi grado la tenía porque los papás se la trajeron de los Estados Unidos. Una invitación a jugar a la casa de Karina era tocar el cielo con las manos.
Ojo, sí tuve una Cindy que amaba infinitamente. Para las más jovencitas: la Cindy era la marca alternativa. Parecida pero no igual, ni de pinta ni de precio. Y la caja traía fotos de los muebles. *Ensueño*. Horas me pasaba mirado los muebles.
Cuando cumplí 23 años mi novio, que hoy es mi marido, me regaló una Barbie para el día del niño. *Amor*